Tengo un proyecto: publicar un libro. Tengo talento y estoy seguro de que será un éxito. Le pido a cada uno de los 70,000 trabajadores de Bombardier que me preste $25. Yo les pagaré el importe total ($1.7 millones) en 10 años. Por supuesto, será un préstamo sin intereses. Y les pagaré solamente si se vende mi libro. Si no se vende, no les pago.
¿Se niegan? Pero si mi proyecto creará mucha actividad económica. El impresor obtendrá utilidades. Yo compraré software, contrataré a un equipo de investigadores, compraré papel, comeré en restaurantes cercanos a mi casa y a un contratista se le asignará la construcción de una oficina decente para mí. Añade a eso los impuestos generados por todos esos trabajadores y los generados por las ventas de mis libros, el gobierno hará una fortuna.
Además, nuestra industria editorial debe ser competitiva. He escuchado que un autor francés, que escribe sobre los mismos temas que yo recibe subsidios de su gobierno. Sería injusto y suicida para nuestra industria que no me subsidiaran a mi también.
¿Aún se niegan? ¿Prefieren poner sus $25 en una inversión segura, que les ofrezca un rendimiento compuesto anual del ocho por ciento que generarán $54 en 10 años en vez de los inciertos $25 que yo les ofrezco? ¿Dicen que es más importante para ustedes quedarse con su dinero para pagar por la estudios de sus hijos a realizar mis planes? No lo entiendo.
Pero no importa lo que piensen. No tienen elección. Mi buen amigo el político los obligará a entregarme el dinero. Si se oponen, los mandará a la cárcel. El piensa que es un buen proyecto. Después de todo, ¿Quién eres tú para decidir qué hacer con tu dinero?
David Descôteaux
Le Gardeur
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